Si estamos
programados para temerle al fracaso, tengan por seguro que estamos programados
para no intentar cosa alguna. Cuando todo resulta bien, todo es relajado y
todos somos amigos, cuando no se llega a la meta o no se lograron los objetivos
de una buscamos culpables, mejor sería hacerse
responsable del fracaso sin auto-flagelarnos o dar pena, pues por allí está la vía hacia la
mejora.
Un fracaso más pues
sí que importa y nada más sabio que colocarlo en la base de datos. Allí como lecciones aprendidas (ojo: a-pren-di-das) sin asco ni
miedo de revisarlas de cuando en cuando y evitar ese paso mal dado y sacar
adelante un nuevo intento.
¿Hay algo peor que el
fracaso?
Claro, el no intentar
nada de nada.
Ejemplos
emblemáticos, claro que hay y para no sentirnos sol@s, en el fracaso compañer@s, aquí les va una lista:
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